Desde hace varios meses Eduardo José Licón y su esposa Nairoby Bravo, aparentemente, tenían problemas maritales. Eso habría llevado al hombre a acabar con la vida de su esposa, para luego suicidarse.
Quienes conocían bien a la pareja dicen que vivían una «doble vida»: él porque supuestamente era agresivo, pero aparentaba ser una persona muy cordial y ella porque aguantaba en silencio los supuestos maltratos de los que era víctima.
Esa noche del 10 de septiembre, la pareja supuestamente había estado compartiendo juntos en un club en Valencia. Al llegar a su hogar, en la residencia Winbledon de Naguanagua, comenzaron a discutir muy fuerte. Licon sacó un arma de fuego y amenazaba con asesinar primero a la hija de ambos, una niña de 10 años de edad.
Sin embargo, la mujer tomó a la niña y la sacó del apartamento para ponerla en resguardo con unos vecinos, quienes poco después escucharon unas detonaciones y temieron lo peor. Sí, Nairoby estaba en el piso con dos disparos. El sujeto también tenía un balazo.
Al apartamento, luego llegaron comisiones del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) quienes levantaron el sitio del suceso.
A Nairoby la recordarán como una excelente mujer y profesional. Además, de buena deportista, pues estaba federada como tenista.