Mary Emilia Colmenárez, una de las líderes del criminal grupo hamponil “Tren de Aragua”, mostraba en redes sociales la vida de lujos que llevaba en Concepción, Chile. Joyas costosas, ropa de lujos y hasta una pistola exhibió en sus cuentas personales.
Colmenárez, quien es oriunda del estado Carabobo, específicamente del sector La Belisa, en Puerto Cabello, quedó en prisión preventiva luego que la policía de Chile lograra su captura junto a otros nueve miembros de la banda criminal.
Según informó de TVN Red Bío Bío, la detenida, quien mostraba su vida de lujos en redes sociales y lideraba la banda junto a su pareja, el colombiano Luis Felipe Franco Ceballos (líder del grupo que opera en Concepción), llevaba a mujeres de Venezuela a Chile para posteriormente explotarlas sexualmente.
Asimismo, compraba maquillaje y ropa intima para las mujeres raptadas. También la líder venezolana hacía uso de un portal web de servicios sexuales, a fin de generar más ingresos y darse la vida llena de lujos que mostraba en redes sociales.
Así que, por trata de personas y porte ilegal de armamento, quedó detenida la líder criminal del “Tren de Aragua” Mary Colmenárez, procesada el pasado martes 30 de mayo en Chile, junto a los otros nueve miembros detenidos.
Aseguraron, “montó una organización para llevar mujeres de Venezuela a Chile” que eran, a la larga, explotadas sexualmente.
“Era precisamente él (El colombiano Luis Felipe Franco), quien trasferia directamente el dinero vía Western Union a las víctimas para que costearan el viaje vía terrestre en dirección a Chile”, de acuerdo con la investigación.
Al llegar, la historia era esta: “El grupo criminal les cobraba una “multa” de entre 3,5 y 4 millones de pesos (más de 4.300 dólares) por supuestos gastos operativos: el traslado, servicios de producción y publicación de fotografías en una página web de prestaciones sexuales y por la estadía y alimentación”.
Mary Emilia Colmenárez era la supuesta responsable de “comprar maquillaje y lencería” para las víctimas. Además se habría ofrecido como “gancho sexual” para levantar el “negocio”.
Allí las mujeres, sometidas por el grupo hamponil, eran grabadas día y noche. “El lugar contaba con un circuito cerrado de cámaras de televigilancia que permitía controlar los movimientos de las afectadas. Incluso, muchas de ellas tenían restringidas sus salidas